LA CARIDAD
Frumencio Loyde Mártir
¡Oíd Hermanos! Cuando el pobre toca
a nuestra puerta mendigando el pan,
nos lo pide por Dios, y el Dios que invoca
es el mismo que a todos pan nos da.
Por eso es un caudal inagotable,
por eso con el bien se abate el mal,
por eso encuentra pan el miserable,
por eso el desvalido encuentra hogar.
Y el mundo en sus tormentos no concibe
quién en esa limosna gana más,
si el mendigo infeliz que la recibe
o la mano piadosa que la da.
Así la Caridad en su eficacia
da una limosna y la reciben dos,
el que la pida, un pan que el hambre sacia;
el que la da, la bendición de Dios.
Y que en este dilema no hay razones:
calcular es lo mismo que sentir:
si das pan y recibes bendiciones
¿Qué mayor bien pudieras adquirir?
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